Una dieta adecuada no sólo facilita la digestión, sino que también fortalece la dentadura. Una dieta blanda no ejercita la masticación y desestructura los prismas de esmalte. Hay que masticar los alimentos, y fuerza se tiene para ello, pues, cuando todos los músculos de la masticación actúan al unísono, se logra ejercer una fuerza de 25 kg entre incisivos y de 90 kg entre molares. No sólo hay que masticar en calidad, sino también en cantidad: mucha frutas y legumbres están envueltas por celulosa que se debe desmenuzar ya que los fenómenos de la digestión sólo se producen en la superficie de los trocitos de los alimentos.
Por otro lado es conveniente no tragar aire en cantidad pues provoca flatulencia y eructos; para una mejor digestión es ideal comer a intervalos regulares, sin prisa, tranquilo y sentado.
Cuando el recto está lleno de resto alimentarios se produce el reflejo de la defecación, que se controla gracias al esfínter externo del ano. Si se inhibe, el reflejo tardará por lo general horas en aparecer de nuevo (hasta que lleguen más heces al recto). repetidas y prolongadas inhibiciones y el abuso de laxantes provocan estreñimiento que, al convertirse en habitual, favorece la aparición de hemorroides y obliga a realizar una elevada presión abdominal para defecar, con los inconvenientes que estos pueden acarrear. Es conveniente (educar) al intestino desde la infancia, siendo aconsejable defecar por las mañanas tras el desayuno, cuando los reflejos gastrocólico y duodenocólico provocan movimientos en masa del intestino; así, suele quedar garantizado que el estreñimiento no aparecerá más tarde.
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