19/12/13

EL PARO

   La pérdida de empleo lleva consigo numerosas consecuencias que dependen de factores como edad, sexo, personalidad, ambiente , socieconómico etcétera. 
    El paro, tanto para que los que buscan su primer empleo como para los que lo han perdido, representa una fuente de tensiones. Esta situación repercute también sobre los trabajadores en activo, pues el hecho de que haya desempleo crea en ellos un sentimiento de inseguridad que favorece al nacimiento de conductas extremas.
   Un parado padece un sentimiento de frustración que hace que el sujeto reaccione de dos formas posibles. Para unos, las dificultades ante las que se encuentran les sirven de acicate para nuevos aprendizajes. Por el contrario, para otros, la frustración puede ser total, dándose reacciones de agresividad, ansiedad, rigidez mental e intransigencia; se desarrolla mecanismos de defensa personal, llegando a la desintegración personal y familiar.
   Para el joven, el paro constituye una prolongación de la dependencia familiar, lo que automáticamente conlleva un retraso de la madurez psíquica y social. Los jóvenes pueden resolver la situación de forma positiva, pero es muy frecuente que lo que al principio es frustración, vaya encaminándose hacia postura radicales. Será entonces cuando aparezcan la marginación, la agresividad, la delincuencia, la radicalización en sus ideas, las drogas, la pérdida de valores y, en un extremo, la psicopatía y la neurosis. 
   Con el paro se fomenta la no realización personal en el trabajo pues muchas veces el sujeto se verá abocado a aceptar lo que sea sin poder efectuar una libre elección.
   Según Terilonte Díaz, las personas de mediana edad que no han entrado en el mundo del trabajo se sienten, en primer lugar, inútiles y deprimidos. Los que han perdido su empleo se sienten capaces, pero marginados, inoperantes, desprestigiados y frustrados. Si ante estas situaciones de ansiedad no se reacciona de forma positiva, comienzan la introversión, la rigidez de pensamiento y la irascibilidad.
   El paro vive su situación como un fracaso personal más que como un fracaso social. Para ayudarle, la familia o las personas que rodean al parado deben reaccionar con prontitud y calor humano. La comprensión, el apoyo y un margen de confianza harán mucho más llevadero el problema del desempleo. La pérdida de empleo suele repercutir negativamente en el ánimo del parado y, muchas veces, cuando el ex-trabajador era el que llevaba todo el peso económico de la familia, la frustración no sólo es total consigo mismo y su situación personal, sino que se extiende a su familia pues ve como, por su culpa, ésta se ve privada de muchas cosas.
   En una encuesta realizada en 1982 por Sofemasa a petición de la revista consulta semanal se valoraron patológicos que aparecían entre los parados.
   La patología que presentaba el parado varón que había perdido su empleo, mostraba cómo el 53 % estaban ansiosos, el 48 % deprimido y el 44 % irritables; el alcoholismo hizo presencia en el 37 % el insomnio en el 35 %, palpitaciones en el 42 % dolores ulcerosos en el 26 %; los problemas sexuales afectaban así: inapetencia en el 38 %, el 12 % eran impotentes y el 9 % padecían eyaculación precoz. En el 56 % se presentaban dolores de cabeza y migrañas.
   La patología presentaba por la mujeres que habían perdido el empleo era, mayoritariamente: cefaleas (58 %), estados depresivos (44 %) y la ansiedad (43 %). El insomnio afectaba afectaba al 30 % y la neurosis al 25 %. Las palpitaciones al 46 %. En el terreno sexual, el temor a quedar embarazadas existían en el 35 %, la frigidez en un 25 % y la inapetencia sexual en un 19 %. 
   Entre los parados jóvenes: 43 % padecían de ansiedad, irritabilidad en un 41 %, toxicomanía en el 29 %, alcoholismo en un 25 % de los encuestados, cefalea en el 39 %, inapetencia sexual en el 16 %, etcétera.
   En la sociedad moderna el trabajo no suele ser fuente de satisfacción, sino que se considera, generalmente, como una labor ingrata y no realizadora de la personalidad. En estos casos, el hombre se siente psíquicamente prisionero de su trabajo.
   El paro laboral no sólo es fuente de graves conflictos sociales, sino que también lleva implícita una patología social como consecuencia de la sensación de inseguridad, la angustia y la frustración que sufre el parado.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario