20/10/13

VITAMINAS Y MINERALES

Complementos vitamínicos
   Nuestro perro debería obtener todas las vitaminas y los minerales necesarios en una dieta equilibrada. No obstante, a veces puede requerir complementos vitamínicos. Este caso suele darse durante la gestación, de lactancia o el desarrollo del cachorro, y cuando el animal está convaleciente de una enfermedad.
  Sólo se debe aportar estos complementos bajo supervisión del veterinario, ya que su exceso puede ser perjudicial como su carencia.
   Calcio: Los cachorros en crecimiento y las madres lactantes a menudo necesitan aportes de calcio.
   Tabletas de vitaminas: Los perros raramente padecen carencia vitamínicas, aunque se les puede dar sabrosas tabletas como premio.
   Harina de huesos: La harina esterilizada de huesos es una buena fuente de calcio. Hay que suministrarla bajo control veterinario.
Alimentación correcta
   En estado salvaje, el perro se atiborra con cualquier clase de comida disponible y se mantiene con ese alimentó durante varios días. Esta comida se aloja en el estómago, donde apenas se digiere, y de ahí pasa poco a poco al intestino. En el perro doméstico este proceso puede conducir a la obesidad. Algunos perros de compañía, especialmente las razas más pequeñas, son muy remilgado a la hora de la comida. Levantan el hocico delante de determinados alimentos y chantajean a sus dueños para que les ofrezcan menús completos entre los que elegir una selección diaria.
   Nuestro perro no debería come únicamente lo que quiere. La frecuencia de las comidas no es realmente importante, aunque la norma es una o dos veces al día. Si está sobrealimentado habrá que reducir la aportación calórica o aumentar su desgaste energético con más ejercicio.
   Si nuestro perro rehusa comer habrá que buscar consejo veterinario acerca de su salud y ofrecer comida dos veces al día, retirando los resto al cabo de un rato.
   La guerra entre nuestro voluntad y la del animal puede durar una semana, pero al final el perro comerá lo que nosotros queramos.
   Comiendo hueso: Roer un hueso masajea las encías y ejercita los músculos de la quijada, pero también puede dañar los dientes y la boca.

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