Diversas teorías acerca de la orientación
Los autores que quizá se acercan más a la verdad son los que tiene en cuenta la influencia que sobre el oído de la paloma pueda ejercer las corrientes magnéticas que rodean la esfera terrestre.
El profesor Henry L. Yeagley, del State College de, Pensilvania, dio a conocer sus teorías a raíz de los profundos estudios realizados sobre este tema. Al tratar del fenómeno de de orientación que es debido al magnetismo terrestre y a la influencia de la latitud, influencia que se llama (Fuerza de Coriolis) y que tiene su origen en la rotación de la tierra.
Inmediatamente de sentada su teoría sobre estos dos puntos esenciales, diversas corporaciones colombófilas le ofrecieron su apoyo incondicional, concediéndosele una fuerte subvención , al tiempo que obtenía la entusiasta colaboración del Servicio de Transmisiones del Ejército norteamericano.
Se hicieron diversos experimentos desde Kearney a State College, que son dos localidades americanas bastante distanciadas entre sí. Las conclusiones a que se llegó, fueron en sustancia éstas: primero, que las palomas sentía y seguían el magnetismo terrestre, pero esto sería incompleto o insuficiente, pues una paloma, sensible únicamente al magnetismo terrestre, daría la vuelta al mundo siguiendo siempre la misma línea de intensidad. Por tal motivo faltaba una fuerza, que es la ley de Coriolis, y ésta era la segunda parte de sus conclusiones. La fuerza de Coriolis es la derivada de la rotación de la tierra. Como la tierra está ligeramente inclinada sobre unos de sus polos, llega el momento en que el paralelo o fuerza magnética será cortado en dos puntos distintos por la fuerza Coriolis y, por tanto, habrá dos lugares en el mundo donde coincidirán exactamente el magnetismo y la fuerza de Coriolis.
Lógicamente, al llegar a este punto, la paloma se sirve de sus potentes ojos capaces de divisar su palomar a cincuenta kilómetros de distancia y, en el caso de no encontrarlo, a pesar de que sus facultades le indican que debe encontrarse allí, se dirige por el mismo paralelo a buscar otra vez la misma presión en un lugar distinto, pero con las mismas características, y allí encuentra por fin su casa, su palomar.
De los varios experimentos realizados parecía deducirse la confirmación de la tesis planteada. Pero inmediatamente se presentaron otras teorías. En ellas, tras reconocer la importancia de lo expuesto anteriormente, se hacía notar la fuerza decisiva que podía tener el palomar en sí mismo, su nido, sus compañeras e incluso el propio colombófilo, todos los cuales pueden poseer a su vez su magnetismo, capaz de influir rigurosamente en la atracción que pueda sentir la paloma.
Esto quedó demostrado con el funcionamiento de los palomares móviles. Por ellos se ha comprobado plenamente que la paloma no se siente atraída exclusivamente por la fuerza existente en un lugar determinado.
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