22/7/11

Influencia de la temperatura

               LA AERACIÓN Y LA INFLUENCIA DE LA TEMPERATURA
   La aeración es siempre sujeto de discusiones peliagudas entre aficionados. Un palomar debe estar aireado al máximo. Efectivamente, un palomar nunca está demasiado aireado. Pero, cuidado, aireado no quiere decir expuesto a corrientes de aire. Estas corrientes deben ser absolutamente eliminadas, ya que representa un peligro latente para nuestras aves.
   ¿Por qué airear?
   La temperatura ejerce una influencia muy neta en los organismos vivos. Reaccionamos rápidamente a las ligeras variaciones de temperaturas y lo mismo ocurre en el caso de las aves.
   Igual que el hombre, la paloma es homeoterma, es decir, un animal que puede mantener una temperatura relativamente constante en su organismo, con tal fin que la temperatura ambiente se mantenga dentro de ciertos limites.
   Según esta temperatura ambiente sea elevada o baja, los homeotermos (por tanto, las aves) tienen la facultad de poder disminuir o aumentar su producción de calor modificado su metabolismo. Puede igualmente regular la pérdida de calor y la conservación de éste por mecanismos variados.
   Por el hecho de que nuestras aves no poseen glándulas sudoríparas, el enfriamiento por evaporación sólo puede realizarse por la aceleración de la respiración, pero entonces el calor producido por este esfuerzo compensa en un 40% la pérdida obtenida. En el hombre, el enfriamiento por evaporación se hace por la transpiración, gracias a nuestra glándulas sudoríparas repartidas por una buena parte de nuestro cuerpo.
   El calor corporal de nuestras aves puede conservarse o, al contrarío, disiparse por la construcción (encogimiento), o por la dilatación de los vasos sanguíneos vecinos a la superficie cutánea (un hombre que está transpirando enrojece, ya que sus vasos se dilatan para permitir la pérdida del calor).
   En las aves, la emisión del calor del cuerpo hacia el exterior está por la existencia de la cobija de plumas aislantes (lo mismo ocurre en los perros y gatos que solamente transpiran por la nariz, la respiración y las almohadillas plantares), Este aislamiento es muy eficaz en tiempo frío cuando los sujetos erizan sus plumas, lo que hace aumentar el coeficiente de aislamiento. Con temperaturas elevadas sin embargo, el plumaje limita gravemente la eficacia del flujo sanguíneo subcutáneo como medio de sustracción calórica.
   Las carúnculas (la cresta y las barbillas en las gallina) son regiones en las que el intercambio térmico se realiza bien, así como, en un grado inferior, en las patas y los dedos. Con temperaturas elevadas, las palomas separan las alas del cuerpo para descubrir aquellas regiones donde el  emplumamiento  es menos denso. El sistema hormonal es activo en la respuesta del ave a las solicitaciones térmicas. Las secreciones de ciertas hormonas tales como la hormona tiroidea y las hormonas suprarrenales , están en relación directa con los mecanismos gracias a los cuales los animales reaccionan a la temperatura ambiente. La producción de las otras hormonas que entran en juego en el crecimiento y la reproducción, está indirectamente perturbada, lo que quiere decir que hay que incluir la temperatura entre los factores higiénicos.
   Es evidente que nuestras aves, durante los meses de invierno, cuando sufren temperaturas vecinas a los cero grados centígrados, necesitan más calorías alimenticias para el mantenimiento de su temperatura corporal que los sujetos que viven en un palomar calentando artificialmente.
   Si, por ejemplo, vuestras reproductoras están encerradas en un palomar mal aireado, con temperaturas demasiado elevadas,la absorción de comida se verá reducida a tal punto que impedirá el crecimiento normal de los pichones.
   Con temperaturas de 32 a 35 grados el problema se complica. Con ese calor la actividad de la tiroides disminuye y, por consiguiente, el crecimiento también disminuye. Si esa temperatura elevada se produce en el momento que vuestras hembras tienen que poner, habrá muchas posibilidades de que observéis dificultades en la puesta misma.
   Habréis podido comprobar cómo una paloma disminuye su consumo alimento cuando hace calor, sobre todo si su comida es rica en calorías. Si no fuera así, su temperatura interna se elevaría peligrosamente.
   Se han hecho muchas experiencias para determinar si las necesidades vitamínicas se ven modificadas por la temperatura. Así, se ha podido comprobar que las necesidades de vitaminas A son más elevadas en tiempo de calor. Al reducir el consumo de alimentos cuando las temperaturas son elevadas, la cantidad absorvida de vitamina A (y de otras vitaminas) es menor. Por lo demás, en el caso de una vitamina tan lábil del almacenamiento puede ser más rápida cuando la temperatura ambiente es más alta.
   Es también interesante observar la relación que puede existir entre las temperaturas elevadas y el metabolismo de los minerales en nuestras aves, principalmente a causa de los efectos que esto puede tener en la calidad de la cáscara del huevo. Habréis podido observar cómo los huevos incubados en al buena temporada tiene la cáscara más fina que los huevos producidos durante la cría de invierno. Por eso, el porcentaje de huevos rotos es normalmente más elevado durante los meses de verano que durante el invierno. La falta de espesor de la cáscara cuando las temperaturas son elevadas es generalmente atribuido a una disminución de la tiroides. Un simple suplemento de vitaminas C es suficiente para remediar esa deficiencia.
   Otro inconveniente de falta de aeración es la respiración jadeante. Observad vuestras aves en el palomar un día que hace malsano. Respiran difícilmente, con el pico entreabierto. Las plumas de la garganta sufren un movimiento continuo de vaivén. Sabemos ya que el (stress) debido al calor comienza cuando la temperatura ambiente alcanza 26 a 29 grados. Las palomas pierden entonces, más en más, su facultad de disipar su calor metabólico por los medios directos de convención, de la conducción y de la radiación. Comienzan a depender de la evaporación del agua a nivel de su aparato respiratorio. No hay duda que si, además del calor, hay humedad en el palomar, el índice higrométrico elevado provoca una coacción suplementaria perjudicando la evaporación del agua. Por supuesto, nuestras aves se ven menos afectadas, en tal situación, que los mamíferos, ya que su temperatura control se sitúa más arriba (45º).
   Lo que se comprueba en experimentación es que la respiración jadeante no se inicia en cuanto colocamos las palomas en un palomar caliente y mal ventilado. En efecto, no existen receptores de calor en la piel de las palomas que sean capaces de poner en marcha una respuesta directa. Un ave colocada en una temperatura ambiente de 40º no presenta ninguna modificación de la respiración durante 15 o 20 minutos, tiempo durante el cual, evidentemente, su temperatura central se ha elevado de 0,5 a 1º. De esta manera, la aceleración de la respiración sólo se inicia cuando ya se ha producido una peligrosa elevación de la temperatura.



   

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