26/7/11

Magnetismo

                              Influencia del magnetismo terrestre
   En una conversaciones sostenida por el doctor don Antonio Argullós, ilustre aficionado catalán, con el eminente neurólogo doctor don Luis Barraquer, gran aficionado a nuestras aves, éste se interesó por tan interesante don de las palomas mensajeras, íntimamente ligado a su sistema nervioso. Se le preguntó qué concepto le merecía la influencia del magnetismo terrestre en el fenómeno de la orientación de estas palomas.
   Su contestación fue: (Estoy de acuerdo en que la paloma mensajera, animal muy sensible, es altamente impresionable a las ondas magnéticas o electromagnéticas. El hecho de que los trastornos atmosféricos influyan poderosamente sobre su capacidad de orientación, y, con mayor intensidad, los fenómenos sísmicos, como se ha podido comprobar, es una prueba apodíctica de la influencia del magnetismo terrestre en el misterio de la orientación).
   Antes de los experimentos del profesor Yeagley, era ya conocida la influencia de la fuerza magnética. Constituía una serie de campos magnéticos de intensidad uniformemente variable desde el Ecuador a los Polos, pero quedaba algo oscuro cómo la paloma podía diferenciar campos que debían tener el mismo potencial magnético. La fuerza de rotación de la tierra explica perfectamente la diferenciación de campos que, considerados sólo por la fuerza magnética, serían iguales.
   Las experiencias del profesor de Pensilvania son muy convincentes y, mientras no aparezcan otras mejore documentadas, debemos darles carácter de verosimilitud. No obstante, puede afirmarse que, a pesar de todas las observaciones y experimentos realizados, la explicación verdadera y exacta de que las palomas hallen su ruta, está muy lejos de haberse hallado, al menos de forma satisfactoria.
   Y refiriéndose al órgano o aparato misterioso que permite a las palomas utilizar las fuerzas conjuntas del campo magnético y de la rotación de la tierra, afirma: (El estudio anatómico de la palomas y otras experiencias realizadas han llegado casi a demostrar que la admirable propiedad de orientación reside en un órgano especial unido al del oído). Este órgano forma tres canales curvados-conductos semicirculares- que afluyen a una cavidad común,  tapizados interiormente por membranas con apéndices nerviosos y rellenos de un líquido vítreo, en el que flotan partículas calizas llamadas otolitos, que cambian de lugar al variar la posición de la cabeza. Este órgano se llama laberinto y, además de ser el centro del equilibrio, parece desempeñar la función receptora de las fuerzas externas que intervienen en la orientación.
   Estamos, pues de acuerdo en que la orientación, el equilibrio y el oído tiene, anatómica y funcionalmente, íntimas relaciones. Una prueba bien patente de esta afirmación la encontramos en las experiencias de Heuskin, quien comprobó que taponando los oídos de las palomas se anulaba su sentido de orientación.

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