26/9/11

Conviene saber

La orientación de las palomas
Soltadas en un lugar que no conoce a centenares de kilómetros de su morada, la paloma mensajera vuelve a su punto de partida a la velocidad de 60 km. aproximadamente. ¿Cómo consigue orientarse con una precisión tal sin ayuda de todos esos equipos de navegación al servicio del hombre? ¿acaso el sol, el olfato, el campo magnético terrestre u otro elemento le sirve de guía? Las investigaciones de estos últimos años, principalmente el descubrimiento de cristales de magnético en la cabeza de las palomas,como las abeja o la bacteria, permiten comprender mejor uno de los misterios más extraños del comportamiento de los animales, el de su navegación.
Los animales llamados a desplazarse frecuentemente deben resolver un gran problema, el de su orientación: sea cual sea el lugar en el que se encuentran, ha de ser capaces de dirigirse a su punto de destino.
Es el caso del ave en busca de insectos para alimentar a sus crías que han quedado en el nido, de las aves migratorias que deben volver a su zona de invernada o, incluso de la paloma mensajera. Es igualmente el caso de la abeja, que cuando va a búsqueda del néctar, se aleja a veces kilómetros de su panal y debe volver a encontrar sin yerro su camino si quiere que el resto de la colonia aproveche sus descubrimientos. ¿Cómo logra estos animales orientarse y viajar sin la ayuda de todo ese impresionante equipo de que dispone la especie humana: Sextante, brújulas, relojes de cuarzo, radios, mapas, ordenadores y satélites...?
Los que viajan a lo largo de cortas distancias, como las abejas o los turones, utilizan dos estrategias relativamente simples. En primer lugar, algunos animales, como las abejas, memorizan el trayecto recorrido desde su punto de partida. Sin embargo, cuando una abeja después de descubrir una flor y libar de ella, desea regresar al panal, no se contenta con reproducir el viaje de ida en sentido inverso. Por contra, como demostró en los años 50 el premio Nobel austriaco Kari von Frisch, vuelve directamente al panal, ahorrándose todos los rodeos que ha podido dar durante la ida. Cuando el tiempo es soleado, conserva su dirección orientándose por el Sol y por la trayectoria de éste en cada etapa de su búsqueda. Antes de tomar la ruta de regreso, su le permite calcular la distancia real que la separa de la colmena y la dirección de ésta, aportando automáticamente las correcciones necesarias y considerando los efectos del viento y del desplazamiento aparente del Sol hacia el Oeste. Tomando el astro como brújula, vuelve a su colmena, puesto aquél, las abejas recurren a un sistema alternativo basado en las configuraciones de la luz polarizada que, en el cielo, convergen hacia el Sol. Von Frisch demostró que a partir de un claro que no sobrepase 15o, una abeja puede localizar el Sol y seguir la dirección correcta.
Cuando el cielo está cubierto, este método de navegación celeste llamado (con el recorrido) no puede funcionar (se funda en el recorrido porque depende enteramente de las informaciones recogidas durante el trayecto efectuando por el animal). Las nubes constituyen frecuentemente un problema para las abejas; se comprende, pues, que dispongan entonces de otra (rueda de recambio): una estrategia basada en su propio mapa mental. Los animales que en sus expediciones en busca de alimento tienen por costumbre no alejarse demasiado de su morada se familiarizan en general suficientemente con los alrededores para saber en todo momento donde se encuentren. Puede hacerse además el experimento siguiente: se captura una abeja experta a la entrada de la colman y se la conduce a una artificial de alimento distante 1.000 metros; por ejemplo, a un estacionamiento, donde no ha podido encontrar antes la más mínima cantidad de alimento,.Allí, después de alimentarse, da unas cuantas vueltas antes de dirigirse directamente hacia la colmena. Por contra, si se intenta este experimento con una abeja (novata), se la verá dar vueltas y más vueltas, impotente, al punto de distribución del alimento y, como no posee ni mapa mental de su medio ambiente ni informaciones que le hubieran podido ser administrada por el viaje de (ida), es incapaz de volver a la colmena. Mis colegas y yo hemos descubierto que es esta estrategia fundada sobre el mapa mental la que entra en juego cuando el cielo está cubierto(y cuando las señales son suficientemente grandes y precisas, muchas abejas, incluso en tiempo despejado, no tienen en cuenta el sol y prefieren orientarse siguiendo las orillas de un lago, las carreteras o las hileras de los árboles.
Es evidente que estas señales y la navegación fundada sobre el recorrido no ofrecen ningún interés para los animales que deben cubrir largas distancias. Así ocurre con las mariposa monarca del Este de Estado Unidos, que recorre 3.000 kms. para alcanzar la zona donde pasa el invierno, situada en las cumbres montañosas de México. Como la mayoría de estas mariposas no habían ido nunca a esa región, las indicaciones necesarias para descubrir y reconocer, a pesar del viento y de las nubes, estos apartados lugares que constituyen la meta de su viaje, deben ser casi enteramente innatas. Las tortugas de mar nacidas en la isla de la Ascensión recorren casi 3.000 kms.para migrar hacia la costa este de américa del Sur, donde viven y se alimentan. Después de errar durante siete años a lo largo de esa costa, las supervivientes regresan al minúsculo lugar donde nacieron, a fin de poner sus huevos. De igual modo, muchas aves emigran habitualmente de noche, hacia objetivos fijos, grandes o pequeños, a los que son frecuencia jamás han ido.
La eliminación de los (rezagados)
Aunque no se haya descubierto todavía el misterio de esa navegación animal increíblemente precisa para distancias tan largas, se asiste actualmente a grandes progresos en ese campo. El animal que proporciona a los investigadores la ayuda más eficaz es sin ninguna duda la modesta paloma mensajera. Contrariamente a las verdaderas aves migratorias que tan sólo viajan dos veces al año como máximo, generalmente durante la noche y en lugares poco propicios a la observación científica, las palomas presentan muchas ventajas: se las puede transportar enjaulas abiertas a centenares o, incluso, miles de kilómetros de su palomar, y cuando se las deja ir en su punto que no conocen, vuelven a su morada a la velocidad de 800 kms. por día aproximadamente.
Las palomas mensajeras tienen que sufrir un cierto entrenamiento para poder cumplir su misión. En general se deja a la paloma volar un poco en la proximidades del palomar para que adquieran resistencia y se familiarice con los alrededores. Tal como veremos, la paloma aprenden igualmente a reconocer el desplazamiento aparente del Sol. Más tarde, se llevan las aves a algunos kilómetros del palomar y luego se la deja ir. Algunas palomas no consiguen volver a la morada, pero los que lo hacen son transportadas todavía más lejos para hacerles participar en más sueltas, hasta que todas las (rezagadas) quedan eliminadas. Se prueba a las aves dejándolas ir una a continuación de la otra desde un lugar que no conocen y se observa la dirección que toman hasta que se les pierde de vista o, si están equipadas de aparato emisoras, hasta que el contacto de radio desaparece.
Cuando se deja ir una paloma, generalmente da vueltas una o dos veces, tomando incluso la dirección que finalmente elegirá; luego endereza el rumbo y vuela siguiendo una trayectoria irregular. El trayecto de vuelta es muy variable. La vía no es directa, no todas las palomas utilizan el mismo camino y una ave a la que se deja ir dos veces desde el mismo punto no elegirá necesariamente la misma para volver al palomar. Además, las palomas abandonan un lugar en dirección oblicua a derecha o izquierda de la que sería la buena dirección para volver a su palomar; es un fenómeno conocido con el nombre de (desviación del lugar de suelta), sobre el que volveremos a hablar más adelante. Al llegar a la proximidad de su morada, las aves parecen utilizar señales locales, corrigiendo entonces su dirección, y bajan directamente al palomar. Puede hacerse una idea de la precisión de su navegación a partir de los experimentos de Klaus Schmidt-Koenig, de la universidad de Tubinga, en Alemania, y del norteamericano Charles Walcott, de la universidad de Cornell. Estos investigadores equiparon a sus palomas de lentillas de contacto esmeriladas, impidiéndoles así toda visión precisa de las formas. En general, las palomas encuentran a grueso modo la región de su nido, pero se equivocan al final de su viaje en un radio de dos a cinco kilómetros alrededor del palomar
Los dos ejes de la orientación:
La brújula y el sentido cartográfico.
La cuestión que se plantean todos los que estudian la navegación en estos animales es: (Cómo hacen las palomas para orientarse?. Pueden plantearse tres hipótesis principales. La paloma se inspira en el sistema utilizado por la abaja de navegación fundada sobre el recorrido: las palomas se acordarían de su viaje de ida memorizando las diversas aceleraciones y cambios de dirección, así como la duración de cada una de las etapas, como podría hacer la víctima de un secuestro a la que se le hubieran vendado los ojos.
Dado que las aves transportadas en la oscuridad más completa son perfectamente capaces de volver al palomar, habría que admitir que, para conservar la buena dirección, las palomas pudieran añadir y sustraer con una gran precisión todos los giros a izquierda o derecha, o bien referirse a la brújula magnética. La velocidad (y por consecuencia la distancia) se establecería a partir de la adición y de la sustracción de la aceleraciones y de las desaceleraciones, calculadas todavía con una precisión muy grande. No es seguramente así como actúan las palomas. Las aves transportadas sobre placas giratorias, anestesiadas, equipadas de imanes potentes o privadas del uso de sus canales semicirculares (es decir, los órganos del oído interno que miden la aceleración y los cambios de dirección) son, a pesar de todo, perfectamente capaces de volver a su morada.
(continuara)

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