Viajes de pichones tardíos:
Este articulo sobre colombofilia no tiene otro propósito que contar una experiencia por mi vivida y sin ánimos, por supuesto; de entrar en polémica.
Sucedió como consecuencia de una pasado viaje a Bélgica donde al charlar con unos amigos sobre varios temas, el que más poderosamente me llamó la atención fue el de los pichones tardíos
La verdad es que lo estuve pensando varios meses y un buen día se lo comenté a mi gran amigo, haciéndole la observaciones de que a la vuelta de vacaciones iba a poner a las palomas a criar de nuevo.
La repuesta de él, como canarión, fue que Bélgica está en Europa y nosotros más abajo, para más adelante añadir (ahora bien, tú pon las parejas a criar, que por probar nada se pierde).
Así, puse las ocho parejas a criar el día dos de noviembre, y entre el doce y catorce del mismo mes ya tenían los huevos en su platos.Aquello era digno de verse no sólo por la época sino porque, algunas en concreto, se parecían más a gallos ingleses pelados.
Quiero decir que a estas parejas les había ya sacado en febrero-marzo y que volví a realizarlo en mayo, no observando novedades algunas. Nacieron estos pichones entre el treinta de noviembre y dos de diciembre.
Todas las parejas criaron sus dos pichones, a excepción de dos que criaron uno cada uno. Su crianza fue normal siendo el destete sobre el día de Navidad, pasado los catorce pichones a una palomar para ello solos.
Al mes, más o menos, ya hacían piruetas sobre la tabla y algunos, incluso, primeros pinitos en el aire. Con este fin les puse cuatro adultas para que les enseñaran a volara lo antes posible, cosa que consiguieron al poco tiempo. Y comenzaron los entrenamientos.
Sobre los primeros días de febrero, con sólo dos meses, los enjaulé y me los llevé al mirador del Lasos. Y cual sería mi sorpresa cuando, al abrir la jaula, algunos salieron caminado y a otros tuve que cogerlos con las manos y sacarlos de la cesta. Acto seguido se me ocurrió dar un par de palmadas y así fue cómo se volaron cada uno por su lado. De inmediato abandone aquel y sólo me volví a acordar de los pichones cuando me dirigía a casa.
Una vez allí, fui directamente al palomar y cuál no sería mi desilusión que sólo tenía cuatro de los catorce que había soltado. Sin embargo, sobre las cuatro de la tarde volvía a subir para darles de comer y ya tenía diez del total, regresando el resto por la tarde.
Al segundo día no los solté en el palomar, sino que les dí de comer y un agua con azúcar. Al cuarto día volví a soltarlos del mismo lugar y al contrario que en la primera ocasión, todos salieron muy bien, en una sola bandada y con dirección a casa.
Siguiendo con los entrenamientos por mi cuenta, posteriormente les dí varias sueltas desde el kilómetro siete de la carretera general del norte, así como de Guía y de Agaete y repitiendo el comportamiento, todos salieron en una sala bandada, y fue así como comenzaron los viajes dándoles la dos sueltas de tierra con todas las palomas. Tenían entonces estos pichones tres meses de nacidos.
Entrando ya en las sueltas de agua, tengo que decir que mandé siete y completé, circunstancia ésta que se repitió en la segunda si bien en este caso los pichones que concursaron fueron los siete que no habían participados en la primera. Por lo que respecta a la tercera de agua donde participé con los siete que habían ido en la primera, tengo que decir que faltaron tres.
Posteriormente, entrando ya en el primer Tenerife, mandé los que habían ido a la segunda suelta y el resultado fue que perdí uno solo del total de siete. Semana después, en el segundo Tenerife, mandé los cuatro que me quedaban y los recibí todos, si bien en este caso viajaron fuera de concurso
En cuanto al Puerto de la Cruz debo indicar que encesté diez y sólo me faltaron dos, aunque aquel día se perdieron bastantes palomas.
Más adelante, sobre el mes de mayo, con seis meses, los apareo y así el día seis de junio se anuncia una recorrida para la segunda Gomera. Los machos fueron los primeros, con huevos de ocho días, y el segundo detrás de la hembra. Por lo que atañe a las hembras, decir que estaban casadas entre sí y tenían huevos de ocho días.
Detallando el día de la suelta, recuerdo que fue un día de trabajo, viernes, y que llamé a la Gomera desde donde me indicaron que había soltado a las ocho de la mañana y que el tiempo era bueno. Al llegar a casa, sobre las 10,30, como si de un concurso de fondo se tratara, fue mi hijo a decirme que (verás como hoy los infantiles hacemos un buen papel).
Una vez en la azotea, sobre las 10,58 hora,mirando para la Batería del Risco de San Nicolás, me percaté a través de los prismáticos de la llegada de un bando, y fue entonces cuando pensé que si los infantiles venían lo harían en el segundo. No sucedió asó, toda vez que, con gran alegría, pude observar que cuatro se desprendían del bando y precisamente eran de los míos. Una vez comprobados noté que ninguno daban muestra de cansado.
Sin embargo, la sorpresa sería más cuando al poner los cálculos, se había colocado en el primer lugar de la general y mayor aún cuando comprobé que los otros tres, junto al primero de la clasificación, tenían el primer premio de la serie de cuatro.
Cuando estos animales viajaron tenían seis meses y las conclusiones que saqué fueron las siguientes:
1º. Me ahorré de comida casi nueve meses si pensamos que por regla general se empieza a sacar en enero y marzo.
2º. Estos pichones no empiezan a mudar sino a partir de los primeros días de julio.
3º. Pude comprobar que eran más rápidos que mis pichones nacidos en enero.
Más adelante, en otro artículo, contaré lo que ha sido de la vida de estos pichones y los que saqué en diciembre.
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