La iniciación al vuelo
La explicación científica que da a la formación de nuevas especies es la de que sufren una mutación por diferentes motivos, esta mutaciones se va fijando en los descendientes y desarrollándose para una función determinada, o sea que en un medio ambiente característico un animal para poder sobrevivir tiene que adaptarse y esta adaptación le va provocando una serie de cambios que se reflejan en sus células, donde se encuentran los transmisores de los caracteres de forma que si no evoluciona lo suficiente morirá.
Por decirlo de alguna forma, el deseo de vivir va produciendo unos pequeños cambios en su metabolismo y estos cambios se transmite a sus descendientes por medio de los genes. Por ejemplo, los antiguos reptiles vivían en una época donde los fríos eran frecuentes existían especies que podían soportarlo pero otras, por el contrario, tenían que combatirlo o de lo contrario mirarían y desaparecería la especie. Poco a poco sus escamas se fueron convirtiendo en plumas y recubriendo el cuerpo del animal ya que la pluma es un medio natural de controlar la temperatura corporal. Este animal, al cual ya podemos llamar ave por poseer plumas, tenía al igual que su antecesor (el Ornithosuchos o pájaro-cocodrilo) muy desarrolladas las patas traseras, por el contrario de las delanteras que eran pequeñas. Como los animales de esa época eran en su mayoría depredadores, había muchos que intentaban comerse a éste ave, tengamos en cuenta que como ya poseía plumas y por efecto de la luz solar desprendía destellos coloridos, era más fácil de localizar, por lo que estaba más fácil de localizar, por lo que estaba más expuesto a ser devorado.
Había que huir, y la forma de hacerlo era corriendo, al correr movía los brazos para equilibrarse mejor, las plumas se le fueron desarrollando y adaptándose a una nueva función, el vuelo; desde ese momento tenía capacidad para planear aprovechando los declives del terreno y las corrientes de aire. Ya podía huir pero tenía que camuflarse, el mejor era sin duda los árboles, sus hojas y frutos podían confundirse con sus plumas, o mejor, al revés. A partir de aquí sólo era presa de aquellos que podían reptar por el árbol y no de todos, como sucedía antes. Para poder huir de su perseguidores se deslizaba por entre las ramas agarrándose con las garras de su incipientes alas pero había un punto ya no podía seguir (se acabaron las ramas), tenía que lanzarse al aire y, planeando, llegar hasta otro árbol y vuelta a empezar. La mejor forma de quitarse a los depredadores de encima era dominando el vuelo, sus músculos se habían ido adaptando poco a poco gracias a los ejercicios al que lo sometía de tanto huir . Las corrientes de aire lo trasportaba a otro sitio donde el medio ambiente reinante exigía de él un cambio demasiado brusco como para que su cuerpo lo soportara, o bien, lo estallaba contra las rocas o el suelo. Tras formarse la musculatura de vuelo ya se mantenía más tiempo en el aire, pero sus huesos sólidos eran muy pesados y sólo se mantenía poco tiempo en el aire, quizás el régimen alimenticio al que se vio sometido fue consiguiendo que sus huesos se ahuecaran al faltar en esa alimentación las sustancias necesarias para que mantuvieran su solidez, el cambio total se produciría cuando tras las huidas se fue cada vez alejando más de su zona habitual y acercándose a otras donde cada vez era menor su alimentación clásica, hasta que llegó a un sitio donde sólo existían semillas y frutos. El paso por estos lugares fue cambiando su aparato digestivo, eminentemente carnívoro, hasta convertirlo en granívoro, por esta causa fue perdiendo los dientes y su boca, convirtiéndose en pico córneo. Como ya dominaba el vuelo, las garras de las alas ya no le servían para nada, por lo que se le fueron atrofiando al no darle uso, Esto es lo que el científico y zoólogo Lamarck definió en su Filosofía Zoológica como (La función hacer al órgano).
El resto de las aves que no son granívoras seguramente se vio desplazada en su huidas a zonas donde la alimentación era diferente al proceso que sufrieron los granívoros, bien a una zona donde por algún motivo geológico existían gran cantidad de carroña (buitres, etc.) o hacia ciénaga, ríos o el mar (garzas, martín pescador, etc.) y existían restos fosilizados de estos animales que vivieron hace más de 40 millones de años.
Todos estos cambios se fueron produciendo gracias a un componente que poseemos todos los seres en las células, y dentro de éstas en los genes, este componente se llama ácido (desoxirribonucleico) o ADN. Este ácido es el transmisor de los mensajes o información genética, creando una constante genética (por ejemplo, el hijo hace los mismos gestos que el padre).
Decía al principio que son muchos los factores que pueden influir para producir un cambio o mutación genética, la exposición a rayo X, gases. o cualquier tipo de materia no usual puede provocar una mutación y el mutante tiene que irse adaptando a una nueva vida, transmite a sus descendientes esas características a través de los genes, o no reproduce y muere.
Carlos Darwin publicó su obra (El origen de las especies) en el año 1859, instaurando en ese entonces las ideas principales de la transformación (evolución adaptativa o selección natural). En ella decía que (los organismos se modifican en cada generación de mil formas diferentes, pero sólo aquellas cuyas modificaciones les permiten vivir mejor y reproducirse más en un medio ambiente determinado sobrevivirán, el resto morirá). Es la ley de los más aptos o de los más adaptados en cada ambiente. Y esto, los colombófilos, lo podemos comprobar cuando los descendientes de una pareja determinada se nos pierde, no quedando ninguno en el palomar al cabo del tiempo, sin embargo, otros permanecen generaciones tras generaciones, o sea, que unas se adaptan al mar como medio de vuelo y a las dificultades que él entraña y otras que no se adaptan se pierden totalmente hasta extinguirse esa raza de paloma.
Darwin desconocía cuáles eran las causas que producían la variación, hoy sabemos que ese secreto en los genes, donde se encuentra el ADN, y como éste (el ADN) es capaz de duplicarse, también la información de que son portadores, o sea, los caracteres también se duplican, facilitando así su fijación o su facilidad de transmitirse de un ser a otro.
Pero no todas las variaciones son buenas, algunas son nocivas pero o bien son eliminadas por otros genes, o no persisten en una población porque el ave que las posee no sobrevive o no se reproduce. Ahora bien, cualquier variación que suponga una ventaja mínima en la lucha por la supervivencia se reforzará por la selección natural.
Decía al principio que son muchos los factores que pueden influir para producir un cambio o mutación genética, la exposición a rayo X, gases. o cualquier tipo de materia no usual puede provocar una mutación y el mutante tiene que irse adaptando a una nueva vida, transmite a sus descendientes esas características a través de los genes, o no reproduce y muere.
Carlos Darwin publicó su obra (El origen de las especies) en el año 1859, instaurando en ese entonces las ideas principales de la transformación (evolución adaptativa o selección natural). En ella decía que (los organismos se modifican en cada generación de mil formas diferentes, pero sólo aquellas cuyas modificaciones les permiten vivir mejor y reproducirse más en un medio ambiente determinado sobrevivirán, el resto morirá). Es la ley de los más aptos o de los más adaptados en cada ambiente. Y esto, los colombófilos, lo podemos comprobar cuando los descendientes de una pareja determinada se nos pierde, no quedando ninguno en el palomar al cabo del tiempo, sin embargo, otros permanecen generaciones tras generaciones, o sea, que unas se adaptan al mar como medio de vuelo y a las dificultades que él entraña y otras que no se adaptan se pierden totalmente hasta extinguirse esa raza de paloma.
Darwin desconocía cuáles eran las causas que producían la variación, hoy sabemos que ese secreto en los genes, donde se encuentra el ADN, y como éste (el ADN) es capaz de duplicarse, también la información de que son portadores, o sea, los caracteres también se duplican, facilitando así su fijación o su facilidad de transmitirse de un ser a otro.
Pero no todas las variaciones son buenas, algunas son nocivas pero o bien son eliminadas por otros genes, o no persisten en una población porque el ave que las posee no sobrevive o no se reproduce. Ahora bien, cualquier variación que suponga una ventaja mínima en la lucha por la supervivencia se reforzará por la selección natural.
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