Perro Boxer
¿Como enseñar al Boxer?
Todos los canes, independientemente de adiestramiento al que hayan estado sometidos, sienten el impulso de irse tras otro perro, por ejemplo, de salir corriendo en persecución de un gato, de investigar un olor o bien de correr por el simple placer que ello conlleva para él.
Estas actuaciones naturales de los canes no suponen ningún peligro en campo abierto, en el medio rural o en un patio grande y cerrado, pero en una ciudad puede llegar a ser catastrófico. Es decir, se supone que un perro tiene la mala costumbre de zafarse del collar y de escapar a toda velocidad y que el dueño lo descubre de un día para otro; un buen día, sin que las reacciones del animal hayan sido extrañas hasta ese momento, el Boxer ve a un gato y decide perseguirle tirando de la correa y consiguiendo desairarse del dueño. En esa situación, ambos, tanto amo como perro, tendrán una sensación inicial de pánico, pero en cuanto pase ese primer momento de nerviosismo, el can volverá seguramente junto a su dueño a toda velocidad si éste le dice <<ven>>.
Tenga bien presente que en cuando acuda el perro, usted no debe castigarlo. El animal sabe de sobra que ha hecho algo malo y se siente un poco confundido por dicha acción.
Por ello, resulta aconsejable darle unas palmaditas en el lomo e ignorar la situación si no se repite.
Sin embargo, usted debe tomar las medidas oportunas para prevenir de nuevo una situación como la descrita. Para ello, el dueño, al regresar a casa, debe preparar una cuerda de unos ocho o diez metros de largo y atarla al collar corriente del perro, y utilizar la cuerda y la correa durante los próximos paseos. A continuación de realizar esta operación, emprenda un paseo con el perro con la correa y la cuerda atada al collar y trate de reproducir una situación semejante a la que le ha producido al perro irse a toda velocidad soltándose de la correa. Si al animal hace lo mismo que la primera vez y se suelta de la correa, usted lo tiene bien cogido gracias la cuerda atada al collar de diez metros de larga.
Cuando se haya alejado lo suficiente en persecución de un gato o de cualquier otra cosa, debe proferir un grito de orden que diga<<alto>>, e inmediatamente tira fuertemente de la soga, lo cual provocará que el perro caiga y se ruede por el suelo, completamente confundido y un tanto asustado.
En ese momento, debe acercarse a él y echarle una buen rapapolvo, como si el amo tampoco entendiese lo que ha sucedido con seguridad, pero haciéndole comprender al perro que no debería haber huido de esa forma. Con sólo repetir esta lección unas cinco o seis veces, si es reincidente, observará como el perro decide no volver a escaparse nunca más.
Estas actuaciones naturales de los canes no suponen ningún peligro en campo abierto, en el medio rural o en un patio grande y cerrado, pero en una ciudad puede llegar a ser catastrófico. Es decir, se supone que un perro tiene la mala costumbre de zafarse del collar y de escapar a toda velocidad y que el dueño lo descubre de un día para otro; un buen día, sin que las reacciones del animal hayan sido extrañas hasta ese momento, el Boxer ve a un gato y decide perseguirle tirando de la correa y consiguiendo desairarse del dueño. En esa situación, ambos, tanto amo como perro, tendrán una sensación inicial de pánico, pero en cuanto pase ese primer momento de nerviosismo, el can volverá seguramente junto a su dueño a toda velocidad si éste le dice <<ven>>.
Tenga bien presente que en cuando acuda el perro, usted no debe castigarlo. El animal sabe de sobra que ha hecho algo malo y se siente un poco confundido por dicha acción.
Por ello, resulta aconsejable darle unas palmaditas en el lomo e ignorar la situación si no se repite.
Sin embargo, usted debe tomar las medidas oportunas para prevenir de nuevo una situación como la descrita. Para ello, el dueño, al regresar a casa, debe preparar una cuerda de unos ocho o diez metros de largo y atarla al collar corriente del perro, y utilizar la cuerda y la correa durante los próximos paseos. A continuación de realizar esta operación, emprenda un paseo con el perro con la correa y la cuerda atada al collar y trate de reproducir una situación semejante a la que le ha producido al perro irse a toda velocidad soltándose de la correa. Si al animal hace lo mismo que la primera vez y se suelta de la correa, usted lo tiene bien cogido gracias la cuerda atada al collar de diez metros de larga.
Cuando se haya alejado lo suficiente en persecución de un gato o de cualquier otra cosa, debe proferir un grito de orden que diga<<alto>>, e inmediatamente tira fuertemente de la soga, lo cual provocará que el perro caiga y se ruede por el suelo, completamente confundido y un tanto asustado.
En ese momento, debe acercarse a él y echarle una buen rapapolvo, como si el amo tampoco entendiese lo que ha sucedido con seguridad, pero haciéndole comprender al perro que no debería haber huido de esa forma. Con sólo repetir esta lección unas cinco o seis veces, si es reincidente, observará como el perro decide no volver a escaparse nunca más.
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