Perro Boxer
Ir de la correa
Lo primero de todo es dejar que el cachorro se acostumbre a llevar la correa. Para ello debe dejar que el perro joven arrastre la correa por toda la casa durante sus carreras.
Una vez sucedido ésto, puede empezar a coger la correa y hacer que el perro vaya en una dirección determinada; de hacerlo así, debe felicitarle.
Cuando le coloque la correa tiene que agacharse, colocarse a su izquierda y hablarle en tono amistoso; al comienzo, es posible que se resista y que se apoye con fuerza sobre la correa, actuación que es comprensible y que puede ser permitida, siempre y cuando no muerda la correa. En el caso de que la muerda, muestre su desagrado con una palabra: <<puf>>.
Al cabo de dos o tres semanas, puede prolongar de forma considerable los paseos. Así el pequeño Boxer aprenderá a conocer cada vez mejor su ambiente, su entorno y podrá disfrutar de la variación, del juego y de los paseos con su dueño o con cualquier otro miembro de la familia.
Ni que decir tiene que estos paseos, primero los cortos y después los largos en el parque o por las afuera de la ciudad, sirven para reforzar la relación entre el amo y el can, y el perro se mostrará sano y contento. Además, el simple hecho de que el propietario coja la correa ya significará paseo, y, seguro, que el perro se alegra y se pone contento ante esta situación.
El ejemplo ideal es que el perro camina con la correa floja y los hombros a la altura de las rodillas del dueño y siempre en el lado izquierdo.
En el caso de que se retrase, le atraerá hacia adelante y si se adelantara, tiene que conseguir, de manara suave, que siga el ritmo deseado por usted. De conseguirlo, siempre tiene que felicitarlo y recompensarle.
Cuando el perro crezca y sea un poco más mayor, quizá quiera escaparse y correr. Para impedirlo tiene que darle un tirón corto pero fuerte para que se mantenga al lado del amo; si marcha correctamente junto a usted, felicítele y, de vez en cuando, dele como premio una golosina por su conducta.
Una vez sucedido ésto, puede empezar a coger la correa y hacer que el perro vaya en una dirección determinada; de hacerlo así, debe felicitarle.
Cuando le coloque la correa tiene que agacharse, colocarse a su izquierda y hablarle en tono amistoso; al comienzo, es posible que se resista y que se apoye con fuerza sobre la correa, actuación que es comprensible y que puede ser permitida, siempre y cuando no muerda la correa. En el caso de que la muerda, muestre su desagrado con una palabra: <<puf>>.
Al cabo de dos o tres semanas, puede prolongar de forma considerable los paseos. Así el pequeño Boxer aprenderá a conocer cada vez mejor su ambiente, su entorno y podrá disfrutar de la variación, del juego y de los paseos con su dueño o con cualquier otro miembro de la familia.
Ni que decir tiene que estos paseos, primero los cortos y después los largos en el parque o por las afuera de la ciudad, sirven para reforzar la relación entre el amo y el can, y el perro se mostrará sano y contento. Además, el simple hecho de que el propietario coja la correa ya significará paseo, y, seguro, que el perro se alegra y se pone contento ante esta situación.
El ejemplo ideal es que el perro camina con la correa floja y los hombros a la altura de las rodillas del dueño y siempre en el lado izquierdo.
En el caso de que se retrase, le atraerá hacia adelante y si se adelantara, tiene que conseguir, de manara suave, que siga el ritmo deseado por usted. De conseguirlo, siempre tiene que felicitarlo y recompensarle.
Cuando el perro crezca y sea un poco más mayor, quizá quiera escaparse y correr. Para impedirlo tiene que darle un tirón corto pero fuerte para que se mantenga al lado del amo; si marcha correctamente junto a usted, felicítele y, de vez en cuando, dele como premio una golosina por su conducta.
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