Durante los cuatro últimos inviernos, los titulares de las noticias han abundado en reportajes sobre nuevas amenazas virales. La ansiedad actual respecto a la gripe aviaria no se debe al alarmismo de los científicos u otras personas con un velado interés por armar ruido con el tema. Por primera vez, con una mezcla de alarma y fascinación, nos hallamos ante la aparición del mayor brote de gripe nunca visto en aves, tanto salvajes como domésticas.
La propagación geográfica del subtipo H5N1 no tiene precedente, como tampoco los tiene su número de portadores. Por el momento ya ha infectado a felinos mayores y a algunos seres humanos, con una tasa de mortalidad del cincuenta por ciento. Otro factor adicional para nuestra ansiedad procede del descubrimiento de que la gripe española que mató a tanta gente después de la primera guerra mundial se debió a un salto entre especies similar a la gripe aviaria, que súbitamente y sin advertencia, mutó y se propagó entre la gente por todo el mundo.
Desde 1918 las oportunidades para los virus pandémicos han mejorado. La población humana ha aumentado a un ritmo alarmante, con una creciente concentración de personas en densos núcleos urbanos. Los virus de la gripe se propagan con facilidad entre la gente que vive en espacios con aire acondicionado, viaja en autobuses llenos, acude al cine y al teatro o efectúa largos viajes en avión.
Si los virus pudieran pensar o planear una estrategia, ninguna sería mejor que propagase a través del aire, la comida o el agua; de hecho la mayoría de ellos han evolucionado siempre aprovechando nuestra necesidades de respirar, comer y beber. Por supuesto, los virus no planifican nada, pero utilizan su rápida cualidad evolutiva para explorar las variaciones en el compartimiento humano. A medida que cambiamos nuestro modo de vida, se adaptan y evolucionan con nosotros.
Los virus adoptan diferentes estrategias Mientras los virus ADN son relativamente estables, como bestias torpes, los virus ARN mutan rápidamente, generando nuevas variantes cada vez que ocupan una célula infectada produce cientos o miles de crías, cada una sutilmente diferente y compartiendo con sus hermanas por sobrevivir. Por eso, al percatarse del creciente de nivel de un virus ARN, como el H5N1, en aves de corral y aves migratorias, los científicos se preocuparon.
Hay asombrosas diferencias entre el modo en que nos afecta la gripe humana y la gripe aviaria. Con la gripe común, los primeros en morir son las personas debilitadas por la edad o la enfermedad. Si se carece de una vigorosa capacidad de reacción inmunológica ante los virus, la gente pueden desarrollar complicaciones como la neumonía. Sin embargo, los que mueren de gripe aviaria suelen ser jóvenes o estar en la flor de la vida, la mayoría de edades comprendidas entre los diez y los veintidós años. La muerte se produce por una combinación de fallo respiratorio, colapso circulatorio y fallo renal entre la segunda y cuarta semana de enfermedad, a menudo a pesar de un tratamiento completo con drogas antivirus. Parece la consecuencia de una catastrófica sobrerreacción de un sistema inmunológico fuerte, bastante diferente a lo que sucede con la gripe común. Parte del problema es que todavía no entendemos realmente por qué gente joven y sana padece un fallo orgánico múltiple después de una infección de gripe aviaria, ni cómo tratarla.
Nuestra preocupaciones con respecto a la gripe aviaria se basan en un torrente de hechos sin precedente. Ha habido un gran avance en el conocimiento de los virus, en la facilidad con la que se descubre y la sencillez con la que se descifra su código genético. También son destacables los avances científicos en cuanto a la interpretación de esta información, desde elaboración de modelos por ordenador de las uniones moleculares de la proteínas del virus con las células huésped, hasta mapas predictivos de la propagación global de la enfermedad.
Por otra parte, la voluntad de científicos y políticos por hacer llegar la información al público general también ha aumentado. Ya no es posible ni aceptable filtrar lo que se le debe decir a un publico cada vez más preparado. De hecho, políticos y científicos son plenamente conscientes de que ocultar datos es casi siempre poco inteligente y está llamado al fracaso. Si no se comunican los datos, la información y los rumores pronto se extienden por los medios e Internet. Es mucho mejor decir las cosas de forma precisa, honesta y rápida.
Este libro es una guía accesible sobre la gripe aviaria, que resume para el público lo que éste necesita saber y cómo pueden prepararse. Inevitablemente hay dudas. Hasta que el virus mute y comience a propagarse entre los seres humanos, no tenemos ni idea de lo grave que sería la epidemia. A veces las mutaciones que permiten a los virus propagarse en nuevas especies reducen la severidad de las enfermedad, pero hasta que no se produce la mutación, simple y llanamente no lo sabemos.
En el período previo a una epidemia de gripe es vital contar con un público bien informado, preparado y que pueda hacer juicios sensatos, que responda adecuadamente y que plantee sus dudas de forma inteligente. Este libro, tan de su tiempo, puede ser una ayuda inestimable a la hora de prepararse para un brote, quizá este invierno, puede que el siguiente pero sin duda en algún momento lejano.
11 de noviembre de 2005
NOTA SOBRE EL AUTOR DEL PRÓLOGO
Peter Openshaw es especialista en Medicina Respiratoria en el Hospital St. Mary, de Paddington, Londres. Ha trabajado en virus respiratorios desde 1985 y creó el Departamento de Medicina Respiratoria en 1988. Le apoya el Wellcome Trust y dirige un equipo de cuarenta científicos dedicado a los virus respiratorios, además de impartir clases en el Imperial College.
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