Semiviudaje
El semiviudaje, cuya ventajas hemos enumerado precedentemente, es practicado con más frecuencia cuando los pichones tienen siete u ocho días. La gran ventaja de este método, es que en el caso en que dos palomas de una misma pareja participen en un mismo concurso, puede servir de preparación a las dos, cada una por su parte. En este caso, se retira al macho y a la hembra del palomar, cada una en su momento, pero nunca por más de dos días consecutivos. Deberá ayudársele en lo concerniente a la nutrición de los pichones y se las hará competir únicamente uno o dos domingos en función del amor que ellas tienen por sus pichones.
A la vuelta del segundo concurso, permanecerán juntas durante una hora y enseguida una de las palomas será retirada del palomar con el fin de llegar a la misma preparación que la semana precedente y volver a comenzar.
Antes de la salida para el tercer concurso, se deja a los dos cónyuges juntos durante unos diez minutos pero vigilándolos atentamente para que no tengan ninguna relación. Esto se mantiene hasta que el pichón tengan más o menos 25 días y no haya posibilidad de impedir la puesta a la hembra, es su cónyuge el que permanece continuamente en el palomar acompañando a su pichón. Se le deja libre dos veces por día para que se entrene por lo menos durante media hora. Durante este entrenamiento el macho será alimentado en el lugar en el que está encerrado para ser enseguida emplazado en el palomar donde se apresurará a dar el alimento a su progenitura. Procediendo así, el pichón rechazará prácticamente todo alimento de la hembra cuando ésta vuelva.
Cuando el pichón está ya alimentado, el macho será reintegrado a su refugio antes de que la hembra vuelva al palomar. La hembra será manejada únicamente sobre su amor maternal tanto tiempo como sea capaz de dar buenos resultados. Entonces se le presentará el macho durante algunos minutos antes del enjaulamiento.
Habitualmente escuchamos a los aficionados quejarse del hecho de que las palomas manejadas en este estado de natural, entran más difícilmente que los machos viudos. Es algo que nadie contradecirá. La semiviudez de la que acabamos de citar las líneas generales, tiende a dominar esta dificultad sin por ello recurrir al hambre, al que una paloma no puede resistir durante dos o tres semanas sin estar totalmente fuera de condición.
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